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Ignoto

La La Land

Vaya por delante que no soy devoto de los musicales. No es ni mucho menos mi género favorito. Así, a bote pronto, puedo recordar muy pocos que me hayan parecido extraordinarios y con los que realmente haya disfrutado. La leyenda de la ciudad sin nombre, Victor o Victoria, Cabaret, Moulin Rouge o Chicago (Si, ya sé que hay más pero éstos son los míos)

La La Land es una buena pelicula, no voy a polemizar al respecto. Sin embargo, y como me ocurrió con The Revenant (los incondicionales harían muy bien en recordar Jeremiah Johnson de Sidney Pollack), no me ha parecido esa obra maestra, ese peliculón del que muchos hablan sin parar. La verdadera película, lo que a mí más me ha interesado, incluso lo que salva al conjunto de ser una pelicula ñoña o excesivamente dulzona y trillada, bien que con musica aceptable y buenos actores, son los 30 o 40 últimos minutos, en concreto, desde que el protagonista masculino decide ir a buscar a la chica para convencerla de hacer ese último casting que acaba siendo el definitivo y exitoso. Lo demás, salvo  algunas escenas de calidad: el baile del principio, la fiesta en la casa con piscina, el baile en pareja en lo alto de la colina mientras se dirijen hacia los coches después de la fiesta y quizá la discusión que provoca su separación, sinceramente no me parece del otro mundo: decorados de cartón piedra, efectos gominola y momentos demasiado empalagosos.

Pero la parte final me parece espectacular, esa rapida recreación de escenas mientras él toca "su canción" en su club en presencia de ella y su actual marido/pareja. Esa fugaz representación de lo que pudo haber sido y no fue en un rapidísimo flashback alternativo es sin duda lo mejor. Ahí se resume la pelicula y, a mi modo de ver, ahí reside su esencia, su mensaje. Es en ese momento final donde yo sí conecto plenamente porque no es ni más ni menos que la expresión de que esta vida no es ni será nunca perfecta. Ambos consiguen su sueño: éxito y reconocimiento como actriz, ella; tocar Jazz en su propio club, él. Sin embargo, ese éxito lleva aparejado un alto precio: la ruptura de la pareja, el adiós defitivo al amor de sus vidas y, quizá, aunque esto se intuye más en él que en ella, la renuncia a la felicidad. No hay paraíso, no hay felicidad absoluta. Grandes logros, grandes fracasos. Aunque suene materialista y en cierto modo contrario al espíritu de la película: nada es gratis, todo tiene un precio, un costo, una pérdida que puede ser insuperable.

Al final, los dos protagonistas se miran (otra gran secuencia) y se sonríen, pero yo interpreto eso como una sonrisa de resignación, como un tácito reconocimiento de que al menos pudieron conseguir lo que ambos soñaban, pero el sueño, que sólo era bonito cuando lo compartían, desapareció. Yo toco, tu actuas. Pero no estamos juntos. Vaya putada (con perdón).

Sí, hay que ver la peli. Es triste pero al menos hasta el desenlace el camino y la música que nos acompaña merecen la pena.

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