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Ignoto

La duquesa de Alba y nuestro excelso periodismo

Hoy estaba comiendo donde casi siempre, en casa, con mis padres y uno de mis  hermanos. Las nuestras no son casi nunca comidas locuaces. De momento, cruzo los dedos, no falta la comida pero la de las palabras es una carencia llamativa, desde luego no somos nosotros ejemplo de la tradicional y legendaria sobremesa  española o de la comida familiar en la que además de pan y viandas se comparten ideas y vivencias. No, y cada vez  de forma más acusada, nuestras comidas son bastante silenciosas, como si todo estuviera ya dicho o, más bien, como si no hiciera ya falta alguna exponer o revelar lo que nunca se  reveló ni expuso. Quizá por eso nos hacemos acompañar, aunque sea como pésima  música de fondo,  por la televisión. Hoy era uno más de esos días. La música, sin  embargo, de un tiempo a esta parte es bastante repetitiva. Llevan ya una semana o más, he perdido la cuenta, hablando de una supuesta relación entre una anciana señora,  la duquesa de Alba, y otro señor menos  anciano y hasta la fecha bastante desconocido para los televidentes.

 

Pues bien, hoy no he podido más y pese a que ese tipo de programas me trae bastante al pairo,  lo cierto es que no puedo dejar de escuchar, más bien oir ( y también  ver) lo que en  ellos se dice, se  muestra y, lo que no es menos trascendente a los efectos que aquí me ocupan, cómo se cuenta y cómo se muestra. Hoy al ver esas imágenes he saltado en alta  voz y he dicho: "no hay derecho a esto; sea la duquesa de Alba o la vecina del séptimo. Esto es un acoso intolerable, que la dejen en paz de una vez, no ven que es una anciana". Cómo es posible que en un país que se dice desarrollado este tipo de conductas no sólo no estén prohibidas sino que encima se atrevan a calificarlas como de periodismo. Me gustaría saber qué tipo de periodismo se enseña en nuestras facultades, qué  tipo de comentarios y análisis merecen este tipo de programas cuya máxima y más importante función  es desvelar intimidades, penurias y líos de alcoba de gente  más o menos famosa. ¿Dónde están los señores catedráticos  y profesores de esas escuelas de periodismo? ¿Por qué no salen a la palestra, por qué no salen y escriben y dicen en esos medios que esto  no es periodismo, que esto no es lo que ellos enseñan?...¿ o acaso sí  lo es?. Digo que llevo una semana, o más, viendo literalmente cómo se persigue a una señora mayor que apenas puede sostenerse en pie y mantener una conversación inteligible con el cuento y la excusa miserable y ramplona que es de interés público informar sobre los supuestos amoríos de senectud de la citada. ¡Válgame Dios y nadie se escandaliza de este malsano y mezquino acoso! ¿ Será porque es rica? y como tiene dinero y propiedades e hijos famosillos que aguante el tirón y que vea y padezca en propias carnes cómo se persigue a una persona y se construye toda una teoría del impedimento matrimonial al que se ve sometida la pobre duquesa por sus desalmados hijos que no la comprenden.... Los desalmados sois vosotros, buitres de la foto, carroñeros del cotilleo, que vivís de las miserias y debilidades ( o fortalezas) ajenas. Si la duquesa tiene o no novio, si se quiere casar o no, si tiene rollos, líos, amigos, amigas o lo que sea, es cuestión que no merece ser publicitada. Eso, señores, no es periodismo, eso es cotilleo de la peor calaña... Hacen falta no una ni dos ni tres querellas, sino cientos, hay que cerrar a base de sentencias este tipo de programas y echar de periódicos, revistas, radios y televisión a estos sucedáneos de periodistas que viven de los despojos de la privacidad de los demás... Lo mejor, claro, lo más efectivo en este país nuestro de charanga y pandereta,   sería un programa alternativo, mucho más fuerte que "sé lo que hicisteis", que pagara a estos carroñeros con la misma moneda, es decir, que se sacaran los amoríos, los paseos por la calle, las comidas en restaurantes de aquéllos, que literalmente se les persiguiera, que se apostaran día y noche ante la puerta de la casa de esos desalmados y se hiciera público en televisión todo eso que, sea bueno, malo o regular (eso depende de la  moral y escala de valores de cada uno) forma parte de la esfera privada de cada individuo... ¿Aguantarían estos periodistillos el mismo régimen de "información" sobre  sus personas que ellos hacen soportar (y pobre del que se niegue a soportarlo, que enseguida se aprestan a crucificarlo) a otras personas por el mero hecho de que son conocidas, famosas o relevantes en un  determinado sector de la actividad social?

 

Los periodistas, los que lo son de verdad (no quedan muchos) deberían investigar, entre otras cosas,  el por qué son una de las profesiones peor consideradas por el común de  los mortales.... Si es que sois los celestinos de la modernidad....

 

Me niego a creer que la opinión pública sea lo mismo que la opinión publicada, porque, si así fuera, no habría duda de que tenemos lo que nos merecemos.

 

 

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